El día que mi amiga me dijo “Hay que ir a fotografiar a Cooky Galleta al Paseo La Plaza" yo no sabía de quien estaba hablando.
Cuando busco
en Internet y veo que se trata de un espectáculo infantil reconozco que me puse
un tanto intranquilo. Imagine chicos saltando, gritando, corriendo,
llorando, tirando las bebidas y las comidas. En el medio yo, cuidando mi
integridad física y la cámara.
Ese día llegue
muy temprano al teatro, me dieron la butaca que está
justo abajo del control, lejos del público. De pronto
el teatro se llenó, se encendieron las luces del escenario y apareció Cooky Galleta.
Fue un espectáculo mágico, todo transcurría en forma normal y tranquilo hasta que en un momento
Cooky dice “bueno, ya vamos terminando”. Pensé que recién había pasado media hora y que era una de esas trampas que a veces utilizan los artistas,
pero cuando mire el reloj sentí una mezcla de sorpresa y tristeza debido a que había transcurrido mas de una hora y era inexorable, el show estaba llegando a su fin. Me había entretenido tanto el espectáculo que había perdido noción
del tiempo.
Gracias
Cooky porque tu espectáculo me hizo volver a ser niño por un rato.